Lia
lunes, 17 de diciembre de 2012
Revolucionario.
Yo revolucionario de amores fugaces, quede desarmado por una chica con cara de turista perdida.
miércoles, 12 de diciembre de 2012
lunes, 26 de noviembre de 2012
sábado, 17 de noviembre de 2012
martes, 13 de noviembre de 2012
El cuarto de Lía.
lunes, 29 de octubre de 2012
días rojos
viernes, 26 de octubre de 2012
martes, 25 de septiembre de 2012
(A) de Abrazar.
martes, 18 de septiembre de 2012
domingo, 19 de agosto de 2012
crezco.
lunes, 30 de julio de 2012
domingo, 29 de julio de 2012
Lía lo quiere al revés.
jueves, 21 de junio de 2012
Ellas.
lunes, 18 de junio de 2012
domingo, 3 de junio de 2012
FY.
jueves, 31 de mayo de 2012
lunes, 14 de mayo de 2012
Egoísmo humano.
viernes, 11 de mayo de 2012
sábado, 5 de mayo de 2012
Feliz día mamá.
miércoles, 2 de mayo de 2012
miércoles, 18 de abril de 2012
sábado, 31 de marzo de 2012
"Lía"
Tenía la ligera manía de hacerlo todo de golpe. De pasar horas pensando en el momento y olvidar las consecuencias. El jodido vicio de gesticular cuando habla y de confiar a la mínima. Decía lo que pensaba sin reparo, sin embargo, cuando tenía que decir lo que sentía, la inseguridad la inundaba y simplemente se callaba. Era raro verla callada, ya que tenía el vicio de no callar hasta caerse, o hasta que la parasen.
Canta en la ducha las canciones más penosas del mundo, pero se siente diferente. Es siempre intensa hasta el final, arriesgando hasta en los bordillos de las aceras, pero a la hora de arriesgar en la realidad, tiene "la elegancia de un erizo", es decir, esa fortaleza de la cual habla Muriel Barbery en su libro, la envuelve y no la deja continuar siendo ella misma por mucho que quiera.
Necesita la música siempre presente en ella. “La música me inunda la cabeza, se mete dentro, dentro hasta nublar mi pensamiento”. Está un poco cansada de sueños tontos que se olvidan al despertarse. Ella dejó de creer en la inocencia y decidió ser firme con sus decisiones, aunque eso implicara que ella quedara en un segundo plano (mientras ayudara a la persona que tenía delante, le daba igual). Está cansada de estereotipos y de gente que finge ser alguien para lograr algo. Sólo necesita un día. Un día para llorar, para odiar, para ser invisible, para sonreír, para quitar la inseguridad, para demostrar, para gritar y querer todo el mundo a la vez. Su paciencia se está enfriando y es que… No entiende por qué las personas que tiene “personalidad”, no son consideradas hasta que al resto de la gente le dan un palo y acaban por pensar “Oh dios! Llevabas razón!” No comparte aquella opinión que tiene la juventud del amor con “Alquiler, con opción a compra”. No comparte el pensamiento que tiene la mayoría de la gente, y ese es el precio que Lía paga, por ser diferente.