"Se vestía de escalofrío, como en una mezcla entre el arco iris y el gris. Y te sonrió, y en cuestión de segundos ella pensó la huida perfecta. A Lía siempre le encantaba planear sus escapadas, ya que cuando era pequeña tenía un escondite repleto de libros por si todo iba mal, o algo se torcía...
Ella estaba a salvo allí. Aunque le daba miedo ir sola por las noches, pero sabía que nada le pasaría y estaba tranquila".
Alex, tu eres eso. Contigo, yo estoy a salvo. El mundo se derrumba, crece, se vuelve a desmoronar, se hunde, pero a tu lado todo está bien. No importa el tiempo del reloj de mi muñeca, ni importa el color del cielo. " La angustia por el tiempo que pasa nos hace hablar del tiempo que hace" No hay angustias contigo. En tu regazo consigo la plena tranquilidad. Soy capaz de dejar que el silencio camine por mi piel, que estoy tranquila, pero a la vez repleta de emociones. Esa es la mezcla que hace posible el arco iris. Eso y los días largos, justo antes de dormir, en los que dibujo esos largos viajes imposibles a lugares remotos. Dibujo los mapas que algún día dibujaré en tu espalda, con trazos largos recorridos por medias sonrisas. Sobrevivo imaginándolos.
Sé que algún día un escalofrío recorrerá tu columna vertebral, y cuando despiertes la sonrisa de una niña pequeña será lo primero que veas. Incorporada en la cama. Como sabes, se quedará mirándote desde el otro lado sin atreverse a agarrarte la mano. Solías decir que no te gusta caminar de mi mano, si no es todos los días. En eso consistían aquellas huidas, en recordarte mirándome a los ojos. En dejarte las señales allá donde fueras. Para que recordaras el primer día que me conociste, porque soñaste conmigo y de que color era tu corazón cuando me sonreíste por primera vez.
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