Lia

Hablar de ella, en tercera persona, siempre me ha parecido la manera más razonable de hablar de . Nunca e llegado a conocerme tanto. Por eso hoy os cuento su historia. La historia de la chica qe creía qe volaba cuando movía los brazos muy rápido. La chica qe creó un mundo de historias de mentira en un cuaderno. La chica qe sonreía por obligación. La chica que creció de repente un día y se sintió más mayor qe nadie. La chica que estudiaba, pero no matemáticas, lengua ni ciencias ... estudiaba la felicidad práctica y teóricamente. La chica qe se enamoró de la vida después de mucho tiempo. La chica qe espiaba a los enamorados y se sintió grande el día que la espiaron a ella. La chica esa que se lo creía todo y que no sabía seguir si alguien no la empujaba primero. La chica que soñaba y soñaba y se sentía pequeñita al lado de los demás. Hoy os contaré su historia, cotilleando en su cuaderno. Simplemente, relajaos, y descubrid como ella ve el mundo. Quizás os sorprende.

martes, 18 de septiembre de 2012

Como de costumbre, iba esquivando las farolas y a la gente, ya que tenía la mala costumbre de ir leyendo por la calle. En una mano sujetaba ese enorme bolso y con la otra el libro entreabierto, en el cual iba evadiéndose poco a poco, hasta olvidarse de los problemas. Pero siempre la abandonaba su amigo el papel y la dejaba expuesta. Se sentó en los escalones de la puerta de la catedral, leyendo las líneas finales del libro, cuando algo dentro de ella, le hizo levantar la mirada.

Ahí estaba él. Con esos vaqueros desgastados que le quedaban tan jodidamente bien, y la misma sudadera que llevaba el día que se conocieron.

Lía decidió bajar la mirada, (Algo que tenía por costumbre cuando se sentía abrumada) buscando refugio en la tinta de las palabras impresas en su libro, y casi sin quererlo, volvió a levantar la vista en busca de la  mirada que ya otras veces había estado buscando. Pero la perdió. 

Tras esos segundos mirando al vacío, continuo oculta en esas páginas que conseguían bloquear todos los pensamientos que estaba teniendo. Él, avanzo sin ni siquiera mirarla, aunque sabiendo que estaba ahí. Se paro a escasos veinticinco metros de esa persona que era invisible para él.

Ella estaba cabizbaja, leyendo una y otra vez la última frase del libro, a la cual no le encontraba ningún sentido. Mientras él, seguía de pie , corrompiendo su calma.

En cuestión de minutos, escuchó su nombre. El mismo nombre que ella había pronunciado tantísimas veces. Entonces, de una manera casi automática, levanto la mirada. Una chica morena, iba avanzando sonriendo hasta donde se encontraba el. Vio como los labios que aquella chica besaba una y otra vez, no le iban a pertenecer nunca. 

Con un nudo en el estómago, leyó las últimas líneas del libro por última vez, pasó la página y metió el libro en el bolsillo. Al fin, paso de página, cerro su libro y lo dejó allí: Abandonado en aquellas escaleras, para siempre. 

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