Hay un momento en el que te das cuenta que casi todas las personas se rigen por el mismo criterio. El de la conveniencia. Pero no es culpa de ellos, es lo que les han enseñado, es el principio general que hay en esta nueva sociedad. Todo acaba reflejándose en actos similares. El principal acto reflejado en la adolescencia es la "moda" de que todas las chicas quieren un príncipe. Un prototipo de hombre que sea perfecto, y que que cumpla las expectativas adecuadas.
Pues no. No es por contradecir, pero yo no quiero a alguien ni perfecto, ni normal. Digo no, a un prototipo de hombre que regale valiosos regalos y demuestre delante de todas las personas lo enamorado y romántico que es. Sé que quizás pido mucho, o que esto sea ignorado .. pero quiero ese chico que no me asegura el futuro, que cada día lo viva como el primero y que no pierda la ilusión .. no quiero un capricho, sino que recuerde mi olor, y que se moleste porque su cama huele a mí. Ser única para él y que pase lo suficiente de mi. No quiero regalos, quiero sinceridad, lealtad. Noches locas, días en los que escaparnos sin preocuparnos de que sucederá, aventuras, pasión, viajes, no quiero rutina ni explicaciones. Quiero saber que estará ahí en los momentos difíciles, que diga te quiero cuando lo sienta, sentirme segura y lanzarme a la piscina con los ojos cerrados. No siempre lo bueno es lo mejor. No siempre se odia lo malo. El sistema está para romperlo. No quiero ser su prioridad, ni que renuncie a sus amigos por mi. Quiero... algo por lo que luchar, realmente quiero eso. Alguien que me cambie la vida, y a quien no tenga nada que demostrarle.
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