Lia

Hablar de ella, en tercera persona, siempre me ha parecido la manera más razonable de hablar de . Nunca e llegado a conocerme tanto. Por eso hoy os cuento su historia. La historia de la chica qe creía qe volaba cuando movía los brazos muy rápido. La chica qe creó un mundo de historias de mentira en un cuaderno. La chica qe sonreía por obligación. La chica que creció de repente un día y se sintió más mayor qe nadie. La chica que estudiaba, pero no matemáticas, lengua ni ciencias ... estudiaba la felicidad práctica y teóricamente. La chica qe se enamoró de la vida después de mucho tiempo. La chica qe espiaba a los enamorados y se sintió grande el día que la espiaron a ella. La chica esa que se lo creía todo y que no sabía seguir si alguien no la empujaba primero. La chica que soñaba y soñaba y se sentía pequeñita al lado de los demás. Hoy os contaré su historia, cotilleando en su cuaderno. Simplemente, relajaos, y descubrid como ella ve el mundo. Quizás os sorprende.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Aquella tarde lluviosa, al entrar en el autobús no veía ningún sitio libre, tras pasar varias paradas de pie, se fijo que unos metros atrás había un sitio donde se sentó sacando los cascos de la bolsa de entrenamiento. Como de costumbre miraba por la ventana, aunque las gotas de lluvia y la humedad le impedía mirar bien. Pero conseguía ver a la gente, la gente de la ciudad siempre iba con prisa, entonces enfocó su mirada hacia adelante para ver cuantas calles le faltaban para llegar y ahí lo vio. Entre todos los murmullos que llenaban el autobús, entre los pitos de los coches en la calle y por un segundo, o dos, el autobús quedó en silencio y los coches parecían siniestramente parados en la carretera.
Un muchacho, más o menos de su edad, estaba apoyado junto a la ventana un poco más adelante.
Llevaba puesta una camisa de cuadros en tonos marrones. La vista se le agudizó a tal extremo que podía ver perfectamente el color oscuro de sus ojos marrones y cada detalle de la cara del chico, mientras todas las demás personas las veía borrosas.
Tenía el pelo negro, y estaba escuchando música por medio de sus auriculares y movía la boca sin que saliera sonido alguno, articulando palabras. Estaba cantando una canción seguramente. Ella sentía como sus labios se curvaban en una sonrisa y como el corazón cada vez le latía más rápido. De repente el miró hacia su dirección (seguramente percatándose de que alguien le estaba mirando), y fue como si el mundo se hubiera vuelto más grande de golpe y ella se hiciera cada vez más pequeñita. Su mirada tuvo un encontronazo con la de ella y sonrió breve mente, mostrando unos dientes perfectamente alineados y entonces ella aparto ligeramente la mirada. Con ese encuentro de miradas, Lía sintió como si estuviera en lo alto del edificio más grande del Upper east side a punto de tirarse y con un cosquilleo en la barriga que le afirmaba que podría volar, y eso le asustaba. Sentía como su estómago le pedía a gritos volver a mirarle, pero antes de eso mantuvo la mirada fija en el cristal 1 minuto, que se hizo eterno y al volver a mirar hacía donde estaba el chico, ya no estaba. Sus ojos comenzaron a buscarle en todas las direcciones entonces vio una silueta marrón y se dio cuenta de que estaba cruzando la esquina. El chico de sus sueños se había ido y volvió al autobús el mismo sonido que antes había. Era algo indescriptible lo que le sucedió ese día, se enamoró de ese chico a primera vista, y entonces fue cuando se dio cuenta de que se sentía dolorosamente sola.

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