Lía solía ir corriendo a las 5 de la madrugada por el pasillo hasta la cocina. Guardaba todo su amor en la nevera. Ponía Post its en los cartones de leche, en la mermelada, luego iba al cajón de las galletas y en las de dinosaurios y el cola cao ponía mas! "Eh, tú, te quiero", "Sonríe, porque como no lo hagas, vas a morir". Le gustaba imaginar que así se conservaban las cosas por más tiempo, que si se le acababan las reservas de amor en los bolsillos, siempre podía acudir al amor refrigerado.
A Alex, le gustaba devolverle todo el amor, pero en la cama. Le dejaba notas en la almohada o en las gafas de sol y la cartera que siempre llevaba. "Hola marmotilla, hoy te quiero, tres vueltas y media en la noria. Pd: Compra pan que se ha acabado". Ella sonreía y corría a comprar el pan pegando saltitos y volviendo a casa para dejar más amor en la nevera. Así si no le daba el suficiente cuando llegaba, el lo vería en la nevera. Ya sabes, para evitar riesgos de memoria.
El primer día que ella estuvo fuera, Alex encontró en la nevera amor para un regimiento. En el zumo de naranja, los yogurt, la leche, en una fiambrera con tortilla. "No te lo comas de una vez, o te dará empacho. Y no te pongas triste, que si se acaba te he guardado mas en la despensa. Pd: Cuando vengas a verme tráeme 8 vueltas y cuarto a la noria". Él le llevo doce, doce vueltas y media a la noria que eran equivalentes a seis abrazos de oso polar y a dos campos de amapolas. Era bastante amor, y Alex quería darle tanto amor como le cogiera en las bolsas y las mochilas, pero no valía dar amor doble, era el turno de Lía y como siempre le sorprendería con raciones de amor inesperadas e únicas.
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