Hay dos motivos que mueven la humanidad. Uno es el deseo y otro la envidia. Todo deseamos. Todos hacemos lo que esté en nuestra mano por conseguir esos deseos, sin embargo, cuando lo que deseamos no lo conseguimos, PUMM!, nace la envidia. Todo esto está escrito en la naturaleza.
A veces, cuando sentimos esa envidia, tendemos a creer que tenemos derecho. Que la vida nos debe algo y que no puede negarse.
Pero la realidad nos dicta, que la vida no nos debe nada a nadie. Todo tenemos lo que podemos y si no lo tenemos es por carencia de una lucha. Aquí, queridos amigos, esta envidia pasa a convertirse en deseo.
Así que, hagamos una reflexión. Dejémonos de expectativas malgastadas. Vamos a parar ese reloj que gira entorno a las posibilidades de los demás.Tú, si tu, para de tocar a la puerta de la suerte y dedícate a romper las deudas de palabras que tienes en tu interior. Como dice un artista, "vamos a dejar de buscar alguien que valga la pena, busquemos a quien valga el tiempo, que valga las risas, los sueños, las palabras, que valga las renuncias, los cambios, que valga cada momento".
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