Lia

Hablar de ella, en tercera persona, siempre me ha parecido la manera más razonable de hablar de . Nunca e llegado a conocerme tanto. Por eso hoy os cuento su historia. La historia de la chica qe creía qe volaba cuando movía los brazos muy rápido. La chica qe creó un mundo de historias de mentira en un cuaderno. La chica qe sonreía por obligación. La chica que creció de repente un día y se sintió más mayor qe nadie. La chica que estudiaba, pero no matemáticas, lengua ni ciencias ... estudiaba la felicidad práctica y teóricamente. La chica qe se enamoró de la vida después de mucho tiempo. La chica qe espiaba a los enamorados y se sintió grande el día que la espiaron a ella. La chica esa que se lo creía todo y que no sabía seguir si alguien no la empujaba primero. La chica que soñaba y soñaba y se sentía pequeñita al lado de los demás. Hoy os contaré su historia, cotilleando en su cuaderno. Simplemente, relajaos, y descubrid como ella ve el mundo. Quizás os sorprende.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Uno.

Cuando nos abrazamos, nos autoalimentamos de energia. Le damos la vida que le falta a nuestros sentidos y aprendemos a reafirmar la confianza de nuestros propios sentimientos. Cuando notamos que no tenemos las palabras adecuadas para expresar lo que nos eriza el pelo, el abrazo es lo mejor.


Necesitamos cuatro abrazos para sobrevivir a este mundo, ocho para mantenernos aquí y doce para crecer. Un abrazo te hace sentir bien. A través de él, nuestra piel recibe el mayor regalo que podemos obtener. Es también, una forma de comunicarse. Y siempre, siempre dice muchísimas más cosas que con simples palabras.

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