Lia

Hablar de ella, en tercera persona, siempre me ha parecido la manera más razonable de hablar de . Nunca e llegado a conocerme tanto. Por eso hoy os cuento su historia. La historia de la chica qe creía qe volaba cuando movía los brazos muy rápido. La chica qe creó un mundo de historias de mentira en un cuaderno. La chica qe sonreía por obligación. La chica que creció de repente un día y se sintió más mayor qe nadie. La chica que estudiaba, pero no matemáticas, lengua ni ciencias ... estudiaba la felicidad práctica y teóricamente. La chica qe se enamoró de la vida después de mucho tiempo. La chica qe espiaba a los enamorados y se sintió grande el día que la espiaron a ella. La chica esa que se lo creía todo y que no sabía seguir si alguien no la empujaba primero. La chica que soñaba y soñaba y se sentía pequeñita al lado de los demás. Hoy os contaré su historia, cotilleando en su cuaderno. Simplemente, relajaos, y descubrid como ella ve el mundo. Quizás os sorprende.

martes, 27 de septiembre de 2011

q ( de querer y de sábados por la tarde )

Duerme Lía en el sofá, boca abajo, con la mano metida por debajo del cojín y ocupandolo todo. A Lía le da igual los ruidos que hayan a su alrededor, pero es sensible al tacto.
- A veces, creo que no eres de este mundo - dijo Alex, mientras hacia amago de tocar su morena piel.
El cuerpo de Lía se gira bruscamente y adopta una posición diferente en el sofá. Con lo pequeño que es el sofá y mas pequeña se ve ella tumbada en él. La Luz que se filtra a través de las rendijas de la persiana dejando indefensos los rasgos de su piel. Esas infinitas pestañas y el contorno marcado de sus labios. Esas mechas que tanto le gustan a Alex, que solo se ven con los reflejos del sol matutino y su lunar favorito en el centro de la espalda.

No podía dejar de observarla, sentado de rodillas frente a ella. Así que clavando la picardia de su mirada se sentó en un extremo del sofá y poco a poco fué arremetiéndose junto a ella hasta que la cabeza de Lía quedo a la altura de su pecho.
- No te quiero molestar - dijo tras un suspiro - pero así puedo protegerte mejor - continuó hablando él solo mientras en su mente no paraba de imaginar ritmos con la respiración de Lía.
- Tú tampoco lo eres - respondió Lía con los ojos cerrados, acomodándose en su pecho.
- Que cosas dices, Lía -susurró cogiéndole un mechón de pelo, para jugar con él haciendo nudos.
- Y ¿Por qué no soy de este mundo? - preguntó abriendo los ojos al fin, acariciándole el contorno de su barba de 3 días.
- A veces no. Es decir, ahora mismo no. Quizás cuando estás en el parque y en vez de darme la mano, sales a correr detrás de los perros y te paras a hablar con cada niño pequeño, lo eres un poco, pero cuando estás sola en tus cosas rutinarias, con tus maneras de ser - y me tiembla la voz cuando lo digo - eres diferente.
Dejó una sonrisa dibujada con permanente en las comisuras de Lía y dijo al fin - ¿Sabes, Alex? Eres tú quien me hace diferente, haces a todo el mundo diferente cuando está a tu lado. Eres tú en realidad, quien eres de otro mundo.

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