Lia

Hablar de ella, en tercera persona, siempre me ha parecido la manera más razonable de hablar de . Nunca e llegado a conocerme tanto. Por eso hoy os cuento su historia. La historia de la chica qe creía qe volaba cuando movía los brazos muy rápido. La chica qe creó un mundo de historias de mentira en un cuaderno. La chica qe sonreía por obligación. La chica que creció de repente un día y se sintió más mayor qe nadie. La chica que estudiaba, pero no matemáticas, lengua ni ciencias ... estudiaba la felicidad práctica y teóricamente. La chica qe se enamoró de la vida después de mucho tiempo. La chica qe espiaba a los enamorados y se sintió grande el día que la espiaron a ella. La chica esa que se lo creía todo y que no sabía seguir si alguien no la empujaba primero. La chica que soñaba y soñaba y se sentía pequeñita al lado de los demás. Hoy os contaré su historia, cotilleando en su cuaderno. Simplemente, relajaos, y descubrid como ella ve el mundo. Quizás os sorprende.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Ella giraba y giraba.

Giraba y giraba, no dejaba de girar. Extendiendo los brazos y mirando al cielo azul. Yo desde el banco la miraba con los ojos muy abiertos e imaginaba que su cuerpo estaba entre mis brazos, y que ambos girábamos sin parar, sonriendo, cantando una melodía sin sentido que solo nosotros entendíamos. Que tropezábamos y caíamos pero ella siempre encima mía. - Para que no se hiciese daño, claro está - En la húmeda hierva del parque, ella se veía más linda que ninguna flor.

Pero justo entonces se levantaba sola, y volvía a girar, pero está vez sin sonreír, con el vestido manchado y con temblor en las manos. Esa sonrisa partida que le salía cuando tenía ganas de llorar. Pero giraba, porque yo también me levantaba a girar y giraba sin miedo. Nos tragábamos todas las lágrimas que sentíamos con el paso de los días. Hasta que el miedo llamaba a la puerta, y con él llegaban los ojos oscuros de Lía. Hasta que ambos, Lía y el miedo, iban de un lado a otro, dejándome la camisa bien limpia, y curándome las heridas, al menos por un tiempo.


- Lía - le dije aquella mañana al despertarnos.
Ella me miró con esos ojos marrones fijamente, con ese pelo desaliñado que tanto me gustaba
y con mi camisa de cuadros marrones desabrochada y contestó:
-Qué cielo.
-Tengo miedo Lía, tengo miedo de que dejes de girar y me arrastres hasta donde no pueda
alcanzarte!.

1 comentario:

  1. Lía. Me encanta. Es un nombre precioso. Y espero que ese momento no ocurra nunca.

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