La definición de esto, es sencilla. Yo soy todo lo que ella me ha enseñado. Es la que me puso y pone los pies en el suelo, cuando me paso de soñar despierta. La que cada día me recuerda, que cuesta mucho ser quien uno quiere ser.
No hace falta decir, lo que todo el mundo diría, que me cuido desde antes de que estuviera en su pensamiento. Ella es más que mi madre, es mi amiga. Ella me dice las verdades como puños aunque duelan. No me compara con lo mejor que saben hacer los demás, sino con lo que se hacer yo misma. Me intenta enseñar aún que o controlo mi carácter, o él me controla a mí. Siempre está detrás de la puerta, sentada esperándome o al otro lado del teléfono para cualquier cosa. Y eso, me gusta. ¿Por qué?, porque me da la seguridad que a mi me falta. Siempre lo ha echo, y siempre lo hará.
Siempre está ocupándose de todo lo que le rodea sin quejarse. Nunca, desde que tengo uso de razón ha dejado de lado algo, a alguien, o a dejado de luchar por lo que siempre ha querido. No paró, ni parará hasta conseguir todo lo que quiere.
Que ella siempre lo deja caer, "que la madurez tiene más que ver con las experiencias vividas, que con las velas que soplamos".
Que es una madre más, como pensareis los que leáis esto, pero para mi, para mi hermano y para mi padre no lo es. Es nuestra supermamá y su superesposa.
Que es un humana. Que se cansa de que muchas veces no respondamos como ella lo hace por nosotros. Sin embargo, sigue en el mismo sitio. Ella sabe, que lo que realmente importa, nunca se lo decimos con palabras.
Puedo hacerlo todo o nada con ella, pero seguiré sintiendo lo mismo. Que las dos miramos una misma situación y la vemos de dos formas diferentes.
Ella sufre por mí, a veces más que yo misma. Que le darán igual las consecuencias, mientras que me preocupe y me dedique a luchar por lo que quiero.
Siempre me ha dejado pedir lo que yo quiera, pero mas tarde, inconscientemente me ha echo elegir entre lo que quiero y necesito. Enseñándome así a valorar lo que he tenido y tengo delante de mis ojos.
Y me propuso coger las riendas de mi propia vida. Y una vez más le tengo que dar la razón en todo lo que me ha estado diciendo durante años y me seguirá diciendo.
Que con 19 años que tengo, la única cosa que ella no me ha enseñado, es a quererla como nadie lo hará nunca (a excepción de mi padre). Que los días no son fáciles si ella no está rectificandome cada cosa que hago. Que estos 460 kilómetros cada día pesan más para ella, para mi padre y para mí, y aún así me dejaron hacer lo que siempre quise.
Que digo yo, que con el tiempo se hará más fácil estar tan separada de ella. Pero esto nunca cambiará.
Y soy afortunada, no por tener una madre. Sino por tenerla a ella como madre. Por el vínculo que ella decidió crear de esa manera tan especial que solo sabe hacer ella.
Y te emocionarás al leer esto, y dirás que es algo increíble lo que hago, es decir, como escribo. Pero lo dices porque me quieres. Porque me ves con unos ojos que nadie nunca podrá verme. Pero no quiero eso, solo quiero que sonrías, que sientas que en un día como hoy, estoy allí con vosotros haciendo tonterías y gritando hasta que me regañáis.
Porque para mí no existe tiempo sin veros. No existen las noches que no os eche de menos. Y mucho menos existe esta distancia sin un motivo. Y ese motivo es el de hacer de esto, algo más de mi vida, algo que lo haga más fuerte cada día.
